Imperturbable aquella flor que se deshoja,
en tanto que presencia cómo su entorno florece,
y observa sosegada cómo danzan esas hojas,
al compás de la ligera brisa que las mece.
Integrante y espectadora de la vida,
degustando desolada su última primavera
y sabedora de su presencia fugaz e inadvertida,
sigue a la espera...
(DESDE EL COMIENZO, HASTA EL SILENCIO QUE MARCA EL FIN,
NO HAY MOMENTO PARA EL LAMENTO... HAY QUE VIVIR.)
Impasible esa flor que se deshoja,
las semillas ya dieron sus frutos y desaparecen
junto a sus flojas raíces de ébano que la despojan
de tal existencia a la par que su ser oscurece.
Nunca ha implorado un pétalo, resistente sépalo
que ha persistido firme ante la adversidad,
y esta flor aguarda con calma la eternidad,
pues si la soledad habla, el tiempo enmudece...
(DESDE EL COMIENZO, HASTA EL SILENCIO QUE MARCA EL FIN,
NO HAY MOMENTO PARA EL LAMENTO... HAY QUE MORIR.)